Traspasando sueños y realidades. Ignacio Llamas en la Lonja
Traspasando sueños y realidades. Ignacio Llamas en la Lonja
de Alicante
“Transitar lo invisible”, hasta el 29 de octubre de 2023.
Entro corriendo. Es la inauguración y llego tarde, muy tarde. He entrado con el modo prisa marcado. Casi es la hora de cerrar. Como el Conejo Blanco de Alicia miro el reloj y me precipito hacia delante con la intención de recorrer la exposición a tiempo. Una mano invisible me para, me tranquiliza de golpe y me obliga a un ritmo nuevo. Mi cabeza se calma entre blancos y negros que surgen de las paredes o cuelgan del techo. Mis pies avanzan pausados. Mis ojos se sienten atrapados por cada imagen, que contiene mil y un detalles. Una gota que avanza el deshielo en un paisaje níveo. Una rama que sobrevive al invierno. El reflejo nocturno de los árboles en un lago. Las emociones se subliman en la contemplación de la sencilla belleza de la naturaleza y me convierten en una extensión de lo que contemplo. Cada rama, cada gota, el reflejo en el agua, nos lleva a nuestro interior, nos conecta con la parte más oscura o más brillante de nuestro ser. Ese ser que es parte misma de la naturaleza. Paisajes, o más bien, primeros planos de paisajes, que nos llevan a apreciar las pequeñas maravillas de la vida. Nieve, hielo que se derrite, agua, bosques, árboles… Ignacio Llamas nos enfrenta en una pared las imágenes de tonos oscuros, con la opuesta, de colores claros, pero no es un combate sino un diálogo, la dualidad del ying y el yang, un todo que representa tanto la vida, como la muerte, dualidad intrínseca en la propia naturaleza. Lo inasible de la belleza, del momento presente, del momento único y, a la vez, infinito. La imposibilidad de aferrarse al objeto en el tiempo, porque todo se trasmuta en pequeños nanosegundos, todo tiene principio y fin.
Lo etéreo y lo matérico están ligados irremediablemente. En la pared del fondo, unas formas globulares semejan siluetas de nubes. Al acercarme observo en el suelo bajo ellas una pila de láminas de troncos de árbol, circunferencias que contienen su vida marcada concéntricamente año por año. Vida truncada. Las nubes de la pared son estos anillos desligados unos de otros, tratados individualmente, enalteciendo tal vez un periodo temporal, pero que sin el resto carece de sentido.
Principio o final de la exposición. Una tira de imágenes cuelga del techo. Imágenes sutiles, dobles, en exquisito papel de algodón, en el que hay que observar para encontrar palabras o pequeñas frases insinuantes, provocadoras, curativas, resilientes.
Metáforas, sugerencias, sutilezas,… Poemas visuales que te atrapan en su misterio, que te llevan a viajar con la mente a culturas ancestrales, que te hacen rememorar a la pintura oriental, a los haikus japoneses, a Van Gogh, a la Ofelia de los prerrafaelitas… Artistas que encontraron en la naturaleza su inspiración, como hace Ignacio Llamas en esta delicada muestra, que nos lleva a reflexionar sobre nuestra posición en el mundo natural, sobre nuestra propia existencia, haciéndonos transitar, como en un sueño de Alicia, por lo invisible, por la otra realidad que a menudo no vemos.
Natalia Molinos
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