Juana Francés: pintora y creadora del SXX

 
¿Cómo no os he hablado antes de Juana Francés?, uno de mis grandes tesoros... La obra de Juana Francés me cautivó desde el primer momento en que la vi y eso me hizo animarme a entrar en un doctorado y comenzar una tesis sobre ella. Juana Francés se merece ser más reconocida a nivel internacional, pero tiempo al tiempo... La tesis sobre ella, "La artista alicantina Juana Francés: estudio crítico de su obra", la leí -por fin- en julio de 2010, os dejo el link por si alguien está interesado: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/15036

 
He colaborado con la web  mcnbiografias.com biografías en la biografía de esta pintora que me apasiona. Aquí os la dejo para que la conozcáis un poco más: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=frances-juana-concepcion



JUANA FRANCÉS, ETAPAS ARTÍSTICAS


Juana Concepción Francés de la Campa nace en Alicante el 31 de julio de 1924, trasladándose después de la Guerra Civil a Madrid donde realizará su formación como pintora en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, aquí comenzará su carrera profesional y vivirá hasta su fallecimiento el 9 de marzo de 1990. La obra artística de Juana Francés muestra una trayectoria muy coherente, en la que los cambios que se van produciendo son producto de su devenir artístico y su inquietud interior. En su recorrido plástico podemos observar como la artista se esfuerza siempre por ofrecer calidad técnica incluso en los momentos en que está experimentando con nuevos materiales.


Silencio, obra que simboliza el final de la
 primera etapa de Juana Francés. Col. Particular

Tras finalizar sus estudios, entre 1950 y 1953/54  Juana desarrolla su primera etapa artística de figuración hierática, una figuración de corte geométrico y colores sobrios con predominio de grises, que llama la atención por su quietud y hieratismo, especialmente llamativa en sus grupos familiares. Esta primera etapa pictórica es muy lírica y tiene conexiones con el surrealismo, el realismo mágico, el expresionismo y el cubismo, pero la pintora ya está buscando su propio estilo y su propio discurso. Trabaja mucho las texturas y ya innova con las técnicas, utilizando la encáustica antes que otros autores como Jasper Jones (en sus famosas “banderas”) o Modest Cuixart. Pronto alcanza éxitos que la llevan a la I Bienal Hispanoamericana de Arte (1951 y 1953) o la Bienal de Venecia de 1954, y, por supuesto, también realiza sus primeras exposiciones individuales.
 
Montejaque, de 1962. Colección particular.
Tras un breve periodo de experimentación, una subetapa de dos años entre 1954-1956, en la que realiza obras buscando nuevos lenguajes y técnicas camino de la abstracción, en 1956 ya está definida su siguiente etapa: de abstracción informal. Son cuadros abstractos, de colores austeros (marrones, blancos, negros…), muy matéricos, en los introduce arenas a la tela (un homenaje a su origen alicantino), y en los que prima la dinámica del gesto, la acción, la emoción del momento… lo que la artista busca es transmitir al espectador sus inquietudes internas. Los cuadros no llevan título en un principio, después simplemente se numeran. En 1956 en el prestigioso Salón del Prado del Ateneo de Madrid realiza una muestra individual con este nuevo estilo. Será un importante paso en su carrera y en su vida, ya que en la exposición conoce al escultor Pablo Serrano, del que ya no se separará y se convertirá en el amor de su vida. Trabajando en esta abstracción informal en febrero de 1957 se convierte en una de las fundadoras y única mujer participante del madrileño grupo El Paso, que impulsó la aceptación de este nuevo lenguaje artístico y constató que la generación de la posguerra española había conseguido tomar el pulso del arte internacional. Cierta crítica a su obra, provoca la salida de Antonio Suárez y Juana Francés tras las dos primeras exposiciones del grupo en Madrid y Asturias, en la que son acompañados por Pablo Serrano y Manuel Rivera. Juana Francés continúa su evolución y a partir de 1961, en su pintura con arenas van apareciendo referencias paisajísticas que se vuelcan en los títulos y, además, se añaden nuevos materiales a los ya utilizados: objetos encontrados como botones de plástico, broches, trozos de cristal, cerámica, ladrillos…. Su desarrollo artístico sigue, en sus pinturas surge poco a poco una forma que recuerda la cabeza de un ser, la pintura “Es diferente”, de 1963, parece marcar el final de esta segunda etapa y el comienzo de la siguiente.


Caja Roja. Colección Diputación de Alicante
La tercera etapa de Juana ocupa desde 1963 a 1980, y es la de los Homínidos y Pintura Tridimensional, llamada por ella misma de “El Hombre y la Ciudad”, en ella se retoma la figuración pero incorporando todos los logros técnicos y estéticos de su etapa abstracta. Es la más larga de su trayectoria, ocupando casi veinte años, desde 1963 a principios de los ochenta. Los protagonistas son seres similares a los humanos, pero más cercanos a robots encerrados en “cajas” o ventanas. Se trata de hombres que se están deshumanizando, “cosificando” en palabras de la artista, se vuelven cosa por vivir en una sociedad que los convierte en números, seres anónimos que ya no tienen relación los unos con los otros, es la soledad del individuo dentro de enormes edificios, de grandes ciudades. Los rostros de estos hombres están realizados técnicamente como en la etapa anterior, y sus rasgos se forman con esferas de relojes antiguos, trozos de ladrillos, plásticos, cables y otros materiales eléctricos… En esta reflexión sobre la condición del ser humano también se observa una evolución estética, el planteamiento inicial va adquiriendo cada vez características más tridimensionales hasta convertirse casi en esculturas, como sus torres-participación que son realmente instalaciones contemporáneas, y sus cajas de metacrilato, que incluso incluyen movimiento o luz.


S/T (Cometa), 1990. Col. Mº Pablo Serrano, Zaragoza

La última etapa de la artista la constituyen los años ochenta hasta su fallecimiento en 1990. Es la época de sus Fondos Submarinos y Cometas. De nuevo se produce un cambio, Juana Francés abandona la imagen de ese ser medio-hombre y vuelve a la abstracción más pura, con un colorido sorprendentemente alegre, que se oscurece de manera dramática tras el fallecimiento de su esposo en 1985. Tras ese periodo, la pintura irá recuperando el color, pero más en la línea sobria de sus anteriores etapas, con predominio de tierras, blancos y negros. Los temas en los que se inspira son “Fondos Submarinos” y “Cometas”, imágenes muy líricas, muy dinámicas, que en un principio se resuelven sobre papel como soporte, en un intento por dignificar la obra gráfica, y posteriormente vuelca con maestría en telas, en las que vuelve a introducir arena, aunque en proporciones menores a las acostumbradas en anteriores etapas, y a trabajar gestualmente, con trazos dinámicos, drippings y diluidos de pintura… Se trata de una pintura muy poética y emocional que parece estar en conexión con el cosmos y el infinito, en definitiva, con el alma.

Entre los logros de Juana figuran sus participaciones en las Bienales de Arte de Venecia y de Sao Paulo, entre otras, y la exposición de su obra en Museos de todo el mundo (Nueva York, París, Londres, Tokio…). A su muerte dejó un gran legado repartido en cuatro instituciones ligadas a ella: El Instituto Valenciano de Arte Moderno de Valencia (IVAM), El Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, El Museo Pablo Serrano de Zaragoza y el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. En la actualidad este último museo tiene una planta dedicada enteramente a la obra de la artista.


Natalia Molinos Navarro
Doctora en Patrimonio Cultural e Historiadora del arte
Miembro de AICA-Asociación Internacional de Críticos de Arte y
AVCA-Asociación Valenciana de Críticos de Arte
Autora de la tesis “La artista alicantina Juana Francés: Estudio crítico de su obra”




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